Senado de Estados Unidos confirma nombramiento de Ronald Johnson como nuevo embajador en México
El diplomático que ya representó a EEUU en la embajada de El Salvador, entre 2019 y 2021, fue nominado por Donald Trump
Con una votación dividida, el Senado estadounidense ratificó el nombramiento de un diplomático con amplia trayectoria en inteligencia y seguridad militar, alineado con la agenda de “Estados Unidos primero” del presidente Trump.
En una reñida votación, el Senado de los Estados Unidos confirmó este miércoles el nombramiento de Ronald Douglas Johnson como nuevo embajador en México, consolidando así la apuesta del presidente Donald Trump por un perfil con firmeza en materia de seguridad e inteligencia para representar los intereses de su gobierno en uno de los países más estratégicos de América Latina.
Johnson, quien ya fungió como embajador en El Salvador entre 2019 y 2021, recibió el respaldo de 49 senadores, frente a 46 votos en contra. Esta votación pone de manifiesto la polarización política en torno a su designación, reflejo de las tensiones que ha generado la política exterior de la actual administración, particularmente hacia México.
La nominación fue propuesta por el presidente Trump a inicios de su segundo mandato, como parte de una ofensiva diplomática que prioriza los intereses de seguridad nacional y el control migratorio. En palabras del mandatario: “Ron trabajará en estrecha colaboración con nuestro gran candidato a Secretario de Estado, Marco Rubio, para promover la seguridad y la prosperidad de nuestra nación a través de sólidas políticas de ‘Estados Unidos primero’”.
Un perfil ligado a la seguridad
Ronald Johnson cuenta con una trayectoria de más de tres décadas en los ámbitos militar y de inteligencia. Coronel retirado del ejército estadounidense y miembro de las fuerzas especiales —conocidas como “boinas verdes”—, también sirvió por más de 20 años como agente encubierto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Su experiencia incluye operaciones estratégicas en América Latina y los Balcanes, regiones donde participó en misiones de intervención y cooperación en seguridad.
Durante su gestión como embajador en El Salvador, trabajó de cerca con las autoridades locales para implementar políticas de control migratorio y combate al crimen, logros que Trump ha enmarcado como una muestra del éxito de su política exterior en la región. Según el mandatario, esos esfuerzos contribuyeron a reducir “la migración y el crimen a los niveles más bajos de la historia”.
Una misión marcada por retos bilaterales
La llegada de Johnson a la embajada estadounidense en México se da en un contexto delicado. Durante los primeros meses de su nueva administración, Trump ha endurecido su postura frente al país vecino, incluyendo medidas arancelarias, el reforzamiento del muro fronterizo, y la reciente designación de los cárteles mexicanos como organizaciones criminales trasnacionales. Este último paso abre la puerta a posibles acciones militares en territorio extranjero, incluida la utilización de drones para atacar objetivos del crimen organizado, como lo ha sugerido Elon Musk, asesor no oficial del gobierno en temas de defensa.
En su comparecencia ante el Senado, Johnson dejó clara su agenda: “La principal prioridad será garantizar el estado de derecho en la frontera. Fomentar la cooperación con las autoridades mexicanas para detener y disuadir nuevos flujos de migrantes ilegales, así como asegurar la repatriación de aquellos ciudadanos que se encuentran actualmente sin documentos en Estados Unidos”.
Diplomacia bajo presión
La designación de Johnson refleja la visión de una diplomacia endurecida, enfocada en resultados inmediatos en seguridad, migración y cooperación fronteriza. Expertos en relaciones internacionales advierten que su estilo directo y su historial operativo podrían generar fricciones con el gobierno mexicano, que ha manifestado su rechazo a cualquier intervención unilateral en materia de seguridad.
No obstante, desde Washington, su presencia en la embajada es vista como una pieza clave para implementar la agenda de Trump en la región. El reto será lograr un equilibrio entre la defensa de los intereses estadounidenses y el mantenimiento de una relación diplomática constructiva con uno de sus principales socios comerciales y geopolíticos.