Estados Unidos acaba de dar un giro radical en su política de inmigración laboral. El presidente Donald Trump anunció que, a partir del 21 de septiembre de 2025, las empresas deberán pagar 100,000 dólares anuales por cada profesional extranjero que contraten con visa H-1B, multiplicando por más de 60 veces el costo actual de apenas 1,500 dólares.
La medida busca, según la Casa Blanca, proteger empleos y salarios de los estadounidenses, y frenar lo que considera un abuso del programa.
“La empresa debe decidir si la persona tiene el valor suficiente como para justificar un pago anual de 100,000 dólares al gobierno”, declaró el secretario de Comercio, Howard Lutnick.
El programa H-1B, vigente desde 1990, permite a compañías de alto perfil como Amazon, Microsoft, Google, Apple o Meta contratar talento especializado en ciencia y tecnología. Actualmente existen alrededor de 700 mil trabajadores con esta visa en EE.UU., en su mayoría provenientes de India.
Pero con el nuevo arancel, pequeñas y medianas empresas quedarían fuera de juego y expertos advierten que muchas compañías podrían incluso trasladar operaciones fuera del país ante la falta de talento local.
Además, Trump lanzó la “tarjeta dorada”, un nuevo visado premium para extranjeros con habilidades extraordinarias o grandes inversionistas: un millón de dólares directos al Tesoro (o dos millones si hay patrocinio empresarial) a cambio de un proceso exprés de residencia.
Mientras el gobierno asegura que la medida fortalecerá la economía y reducirá la deuda pública, abogados y especialistas en inmigración anticipan batallas legales. Argumentan que las tarifas no deberían usarse como filtro restrictivo, sino solo para cubrir costos administrativos.