En la última década, alrededor de 57 países permiten que personas LGBTIQ+ sirvan abiertamente en sus fuerzas armadas, sin embargo, solo un grupo más reducido (unos 20 países) brinda reconocimiento efectivo a personas trans e intersex.
Mientras potencias como Nueva Zelanda, Reino Unido, Canadá o Españal cuentan con políticas formales de no discriminación, redes internas de apoyo, acceso a atención médica trans‑friendly y visibilidad pública (incluso marchas del orgullo en uniforme), otros países mantienen una posición ambigua o prohibitiva .
México ocupa una posición intermedia, pues en 2012 la legislación permite el servicio militar abierto para personas LGBTIQ+, a diferencia de regímenes como Turquía o Rusia, donde solo se permite en silencio.
Pero no se trata solo de leyes, sino también tomar en cuenta pendientes como el combate a la discriminación institucional, la creación de protocolos internos, la capacitación en perspectiva de género y la visibilidad de militares LGBTIQ.
México: sí hay derechos, pero no siempre se ejercen
Un estudio de la UNAM (2021) entrevistó a siete militares LGBTIQ+ (con rango de tenientes y capitanes) y detectó obstáculos en la atención médica:
- Miedo a revelar su orientación o identidad por temor a registros en su expediente.
- Servicios sanitarios sin protocolos adaptados a necesidades trans o de diversidad sexual.
- Estigmatización y falta de capacitación del personal de salud
Por otro lado, desde 2014 el ISSFAM (seguro social militar) permite registrar uniones de hecho o matrimonios entre personas del mismo sexo. Hasta 2018 se contabilizaron 117 afiliaciones: 73 matrimonios (23 masculinos, 50 femeninos) y 44 concubinatos.
Este paso legal es único dentro del sistema militar y reconoce formalmente estas relaciones.
Además, en 2007 la Suprema Corte determinó que expulsar a militares por tener VIH es inconstitucional, garantizando un avance en la protección de derechos en el ámbito militar.
Casos emblemáticos
Uno de los hitos más recientes ocurrió en 2018, cuando el Cabo Gonzalo Flores Tecalco rompió estereotipos al participar en la Marcha del Orgullo en CDMX vistiendo su uniforme militar. Su acción representó un paso significativo hacia la visibilidad, aunque también fue blanco de acoso por parte de sus superiores. Pese a ello, su gesto inspiró reconocimiento dentro del Ejército .
En un contexto histórico, destaca igualmente el ejemplo del Coronel Amelio Robles Ávila, veterano de la Revolución Mexicana nacido en 1889 (asignado mujer al nacer como “Amelia”). Desde 1912 vivió públicamente como hombre, participó en combate y fue formalmente reconocido por la Sedena como “Veterano de la Revolución” y condecorado en 1974 según su identidad masculina.
Avances y retos por resolver
Avances | Pendientes |
Legalmente permitido desde 2012 | Erradicación del acoso y bajas injustificadas |
Registro formal de parejas (ISSFAM) | Protocolos federales con perspectiva LGBTIQ+ |
Prohibición de expulsiones por VIH | Atención médica especializada para personas trans |
Visibilidad histórica (Casos Flores, Robles) | Figuras públicas activas, redes internas de apoyo |
Protocolo ejemplar: Nueva Zelanda (NZDF)
Nueva Zelanda es referente global en inclusión militar. En 2019, sus Fuerzas de Defensa (NZDF) se convirtieron en la primera institución castrense del mundo en obtener el Rainbow Tick, una certificación que reconoce prácticas reales de inclusión LGBTIQ+, tras una evaluación exhaustiva de más de un año.
Desde 2012, NZDF cuenta con Overwatch, una red interna que brinda apoyo a personal LGBTIQ+, promueve la educación entre mandos y fortalece la visibilidad institucional. Además, desde 2022, todos los altos mandos firmaron una Carta de Igualdad de Género para comprometerse públicamente contra la discriminación.
El ejército neozelandés también ha desplegado más de 200 Gender Focal Points, personal capacitado en perspectiva de género para apoyar operaciones, planificación y situaciones de emergencia. En paralelo, implementó Operation Respect, una estrategia nacional contra el acoso y la violencia, con planes adaptados a cada base militar y responsables designados por unidad.
En materia de visibilidad, el NZDF participa abiertamente en desfiles del orgullo (incluido su propio Jefe de Defensa en 2019) y cuenta con la exposición permanente “Rainbow Warriors” en su museo militar, con testimonios de personal LGBTIQ+.
Personas trans han compartido experiencias positivas dentro de las Fuerzas Armadas de Nueva Zelanda. Testimonios señalan respeto por su identidad, cobertura médica para cirugías y tratamientos hormonales, incluso en despliegues. El único requisito es haber completado la transición un año antes de ingresar.
Conclusión
El reconocimiento formal de los derechos LGBTIQ+ dentro de las fuerzas armadas representa un avance importante, pero aún insuficiente si no va acompañado de transformaciones reales en la cultura institucional. Mientras países como Nueva Zelanda han establecido un modelo integral basado en protocolos, redes de apoyo, educación continua y visibilidad, otras naciones (como México) muestran avances legales significativos, pero con desafíos persistentes en la práctica cotidiana, especialmente en atención médica, protección contra el acoso y capacitación con perspectiva de género.
Los casos de militares como Gonzalo Flores o figuras históricas como Amelio Robles muestran que la visibilidad es posible y necesaria, aunque muchas veces se enfrente a estructuras conservadoras o silencios institucionales. A pesar de contar con leyes que permiten el servicio abierto, el registro de parejas del mismo sexo y la prohibición de discriminación por VIH, México sigue careciendo de un marco operativo robusto que garantice la igualdad plena dentro del ámbito castrense.
La inclusión real en los ejércitos no se logra sólo con reformas legales, sino con políticas activas, protocolos específicos, redes internas de respaldo y, sobre todo, voluntad política e institucional para cambiar. La experiencia internacional ofrece ejemplos viables que podrían ser replicados o adaptados en América Latina. Lo que está en juego no es solo el respeto a los derechos humanos, sino también la integridad, la salud mental y la dignidad de quienes deciden servir a su país sin tener que ocultar quiénes son.