Europa en alerta: la guerra híbrida rusa y la amenaza que crece bajo el radar

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Europa enfrenta un enemigo que no dispara cañones, pero ataca de otras formas, con ciberataques, desinformación, sabotajes y maniobras económicas. Es la llamada guerra híbrida, una estrategia que combina presión militar y acciones no convencionales para desestabilizar sin generar un conflicto abierto.

Rusia se ha convertido en el actor más visible de esta amenaza. Sus operaciones buscan dividir sociedades, debilitar la confianza en las instituciones y poner a prueba la cohesión europea y la OTAN. Entre las herramientas usadas están ataques a infraestructuras críticas, interferencias en GPS, incursiones con drones, ciberataques y campañas de propaganda.

Los grupos de hackers como APT28 (Fancy Bear) y redes de desinformación como Storm-1516, respaldados por el GRU, han actuado de forma coordinada. Según expertos, sus movimientos buscan influir en elecciones y polarizar la opinión pública, todo sin llegar a un enfrentamiento directo que active la respuesta de la OTAN.

El desafío para Europa es reconocer la amenaza y adaptarse rápido. La burocracia, la fragmentación industrial y la dependencia de proveedores externos han limitado la capacidad de reacción. La modernización de la industria de defensa, la cooperación entre países y la protección de infraestructuras críticas se vuelven urgentes.

Además, la resiliencia social importa tanto como el armamento. Experiencias como las de Ucrania y los países nórdicos muestran que preparación ciudadana, información clara y tecnologías de defensa son clave para resistir este tipo de ataques.

En resumen, Europa está en guerra, aunque no lo declare. La guerra híbrida rusa actúa bajo el radar, combinando herramientas tradicionales y modernas para desafiar a las democracias europeas y al orden transatlántico. Reconocerlo es el primer paso para proteger valores, instituciones y ciudadanos frente a una amenaza sofisticada y constante.

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