El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, ha encendido una ola de indignación que ya trascendió las fronteras de Michoacán. Lo que comenzó como una protesta local en la “Perla del Cupatitzio” se ha convertido en un movimiento nacional que exige justicia, seguridad y el fin de la violencia en todo el país.
Convocan a Marcha Nacional en al menos 35 ciudades
La convocatoria para una Marcha Nacional por la Paz y la Justicia se difundió a través de redes sociales y colectivos ciudadanos. La movilización está programada para el 15 de noviembre, con presencia confirmada en al menos 35 ciudades del país, desde la Ciudad de México hasta Tijuana, Guadalajara, Puebla, Chiapas, Aguascalientes y Sonora.
En la capital del país, la marcha iniciará a las 11:00 de la mañana, partiendo del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo.
En Uruapan, el punto de reunión será la Pérgola Municipal, mientras que en otras ciudades se replicarán caminatas y concentraciones en plazas públicas.
Los organizadores piden acudir con playera blanca y sombrero, símbolo del “Movimiento del Sombrero” que Carlos Manzo impulsó en vida.
El lema principal: “Apagaron su luz, pero no lo callarán”.
“El objetivo es mostrar el hartazgo nacional por la violencia que nos arrebata vidas todos los días, y exigir que haya justicia para Carlos Manzo y para todos los que ya no están”, señalan los convocantes.
Paros empresariales y cierres en solidaridad
Este 7 de noviembre, cámaras y asociaciones empresariales de Uruapan realizaron un paro total de actividades a partir de las 10:00 de la mañana. Negocios, restaurantes, gasolineras y oficinas cerraron sus puertas en señal de duelo y protesta.
La Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco-Servytur) en Morelia y otros municipios confirmó que varios establecimientos también se sumaron al cierre.
“El sector empresarial exige al Gobierno del Estado el esclarecimiento de los hechos y justicia para Carlos Manzo. No podemos seguir trabajando en medio del miedo y la impunidad”, declaró Alondra Villaseñor Fernández, presidenta de Canaco-Servytur Morelia.
En Uruapan, la convocatoria pedía vestir de blanco o negro, portar moños en los locales y colocar mensajes con la frase: “Por los que ya no están, por los que tienen miedo y por los que seguimos de pie. Que el silencio de hoy sea nuestra voz”.
Una ciudad volcada a las calles
El pasado domingo, las calles de Uruapan se llenaron de miles de ciudadanos que marcharon en silencio exigiendo justicia. Desde temprano, el centro de la ciudad se cubrió de camisetas blancas y pancartas que decían “Queremos paz” y “Miedo, solo al silencio”.
“Él no murió, el gobierno lo mató”, gritaron los asistentes, recordando que el alcalde asesinado había denunciado la presencia de centros de entrenamiento de grupos criminales en la región, sin recibir respuesta de las autoridades.
Al frente de la marcha iba Raquel Ceja, la abuela de 89 años de Carlos Manzo. En silla de ruedas, con lágrimas en los ojos y la voz quebrada, dijo ante la multitud:
“Mátenme a mí, no les tengo miedo”.
Su imagen se volvió símbolo de fuerza y resistencia. Entre aplausos y oraciones, los uruapenses la acompañaron hasta la plaza principal, donde cientos se arrodillaron para rezar por su nieto.
Protestas y tensión en otros municipios
El asesinato de Manzo desató manifestaciones también en Morelia y Apatzingán. En la capital michoacana, una marcha pacífica derivó en incidentes al llegar a Palacio de Gobierno, donde un grupo de manifestantes forzó el acceso y causó destrozos. En Apatzingán, una protesta similar terminó con daños en el Palacio Municipal.
Pese a los hechos aislados, la mayoría de las manifestaciones se han mantenido pacíficas, respaldadas por ciudadanos, colectivos y empresarios que coinciden en un reclamo: seguridad, justicia y presencia real del Estado.
“Queremos paz”: el eco que recorre México
Mientras la Guardia Nacional y la Guardia Civil Michoacana resguardaban los recorridos, las movilizaciones transcurrieron sin incidentes mayores. El mensaje, sin embargo, fue contundente: los ciudadanos no confían en las promesas oficiales y exigen un cambio en la estrategia de seguridad.
Hoy, el nombre y el rostro de Carlos Manzo Rodríguez se han convertido en un símbolo nacional. Su sombrero, antes emblema de cercanía con el pueblo, hoy representa una causa colectiva: recuperar la paz y la dignidad en México.
