En México, alrededor de 250 mil niñas, niños y adolescentes entre 12 y 15 años están en riesgo de ser reclutados por el crimen organizado, advirtió la organización civil Reinserta, al presentar el libro “Cómo no ser un niño sicario”, una radiografía del fenómeno que convierte a las infancias en la cara más joven de la violencia.
El texto, basado en entrevistas a menores vinculados con grupos delictivos, expone cómo los cárteles han perfeccionado sus métodos de captación a través de redes sociales, videojuegos y ofertas laborales falsas, aprovechando las carencias y la desatención familiar.
“Los niños y adolescentes en México no pueden seguir siendo la cara más joven de la guerra”, declaró Saskia Niño de Rivera, cofundadora de Reinserta. “Urge voluntad política y social para prevenirlo; necesitamos leyes, educación y empatía”.
Uno de los testimonios incluidos es el de Rolando, quien desde niño fue cooptado por un grupo criminal.
“Ellos (los delincuentes) te hacen sentir que te apoyan más que tu propia familia. Yo solo quería que mi papá me sacara a la tienda, que vieran que no estaba solo. Pero nunca lo hizo, y los que sí me escucharon fueron ellos”, contó durante la presentación del libro.
Según las investigaciones de Reinserta, 6 de cada 10 adolescentes reclutados comenzaron a consumir drogas entre los 11 y 15 años, y 5 de cada 10 ingresaron a un cártel antes de cumplir los 16. Además, 7 de cada 10 jóvenes en conflicto con la ley ya habían tenido contacto previo con grupos criminales en su entorno.
La organización advierte que este fenómeno afecta a todo el país, con mayor incidencia en Chihuahua, Colima, Baja California, Estado de México y Ciudad de México, donde los niños son utilizados como mensajeros, halcones, transportistas o incluso sicarios.
“En México, la delincuencia organizada está reclutando a nuestros niños. Los entrena para desaparecer cuerpos, para matar. Y no hay una sola persona adulta procesada por este delito”, subrayó Niño de Rivera.
La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) coincidió en que la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades son factores que empujan a los menores a involucrarse en el crimen. “Michoacán es uno de los estados con mayor riesgo y vulnerabilidad”, señaló la red, al advertir que el reclutamiento forzado se ha vuelto una práctica sistemática.
Los casos recientes del asesinato del abogado David Cohen, del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y la detención de adolescentes armados en Tabasco y Morelos, reflejan cómo los cárteles utilizan a los menores como “fuerza de trabajo reemplazable”, muchas veces con la certeza de que morirán en el intento.
Para el especialista en seguridad Javier Oliva, el fenómeno responde a tres factores principales: la ausencia de oportunidades reales, la normalización de la violencia en los medios y la presencia endémica del crimen organizado en comunidades marginadas.
“El estilo de vida del narco puede resultar seductor para jóvenes sin rumbo. Algunos son forzados, otros lo eligen, pero todos lo hacen desde el abandono”, explicó.
Reinserta urgió a crear un sistema nacional de información sobre menores reclutados y mecanismos especializados para su atención, recuperación y reintegración.
“Este libro no debería existir —dijo Niño de Rivera—, pero existe para que el dolor se transforme en conciencia y la conciencia en acción.”
