De ataque brutal a reunión urgente: así se desató la crisis tras el asesinato del alcalde de Uruapan

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Lo que inició como una noche de celebración terminó en tragedia y una reacción inmediata del Gobierno federal. En cuestión de horas, el asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, sacudió al país, desató una movilización de seguridad y provocó una ola de indignación ciudadana.

El ataque en plena festividad

La noche del sábado (en el corazón del Festival de las Velas, una de las celebraciones más importantes de Uruapan en el marco del Día de Muertos) hombres armados abrieron fuego contra el alcalde mientras se tomaba fotos con niños en la plaza principal. Uno de los acompañantes también fue herido.

El ataque ocurrió frente a familias, turistas y cientos de asistentes que celebraban el evento cultural.

En minutos, fuerzas de seguridad reaccionaron. De acuerdo con el Gabinete de Seguridad, dos presuntos agresores fueron detenidos y uno más fue abatido durante el operativo de persecución.

Un alcalde que pidió ayuda… y no quería ser “uno más”

Manzo había denunciado amenazas constantes y (apenas días antes) suplicó públicamente que no retiraran a la Guardia Nacional de Uruapan. También solicitó armamento de mayor calibre para la policía municipal y apoyo federal para enfrentar a los grupos criminales.

“No quiero ser un presidente municipal más de la lista de los ejecutados”, advirtió en una entrevista reciente.

Su estilo confrontativo y sus exigencias al Gobierno lo habían convertido en una figura polémica pero respaldada por amplios sectores ciudadanos.

Reacción del Gobierno federal

La mañana del domingo, la presidenta Claudia Sheinbaum convocó de emergencia al Gabinete de Seguridad. Omar García Harfuch, secretario de Seguridad federal, confirmó la reunión a las 09:00 horas para coordinar acciones y dar un mensaje oficial.

Participaron las secretarías de Gobernación, Marina, Defensa Nacional y la Guardia Nacional.

Duelo y reclamos

Mientras el Gobierno preparaba su postura, en Uruapan se realizaban las exequias del alcalde. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla acudió al lugar, donde ciudadanos, familiares y servidores públicos lo recibieron entre gritos y exigencias:

“¡Justicia para Carlos!”

El ambiente fue de indignación, dolor y desconfianza, reflejando el clima de tensión por la violencia creciente en la región.

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