¿Una nueva guerra mundial? Lo que hay detrás del ataque a Irán

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La tensión entre Israel e Irán, una de las rivalidades más prolongadas y peligrosas de Medio Oriente, alcanzó un nuevo punto crítico tras una ofensiva conjunta de Israel y Estados Unidos contra tres instalaciones nucleares iraníes. 

La operación, lanzada el 13 de junio bajo el nombre de León Naciente, marcó el inicio de una etapa más abierta y directa en el conflicto entre ambos países, con consecuencias imprevisibles para la región.

EFE/EPA/Carlos Barria / POOL

El gobierno israelí justificó el ataque con el argumento de que Irán está cada vez más cerca de desarrollar un arma nuclear, algo que representa (según palabras del primer ministro Benjamín Netanyahu) una “amenaza existencial” para su país. 

Por su parte, el presidente estadounidense Donald Trump aseguró que el objetivo era “destruir por completo la capacidad de enriquecimiento de uranio de Irán” y calificó la operación como un “éxito militar total”.

Las instalaciones atacadas (Fordo, Natanz e Isfahán) son pilares clave del programa nuclear iraní, aunque informes preliminares del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) indican que no hubo liberación de radiación, el impacto político y estratégico del ataque es profundo.

 1. Fordó

A unos 90 kilómetros al suroeste de Teherán, cerca de la ciudad santa de Qom, Fordó es la instalación de enriquecimiento nuclear más crítica de Irán, ubicada 80 metros bajo tierra para protegerla de ataques.

La planta se construyó en secreto y su revelación al mundo en 2009 desató una oleada internacional de críticas y sanciones a Irán.

Si bien no es la mayor planta de enriquecimiento de uranio del país, su posición estratégica es clave: solo EE.UU posee bombas capaces de alcanzar el centro, asentado en el corazón de una montaña.

En el acuerdo nuclear alcanzado en 2015 por Irán y el G5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania), el país persa se comprometía a transformar la planta subterránea en un centro de investigación científica.

Sin embargo, cuando Estados Unidos se retiró del pacto en 2018 bajo la presidencia de Donald Trump, Irán volvió a enriquecer uranio en todas sus plantas.

En mayo de este año el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sugirió que el país había aumentado la producción de uranio enriquecido a un nivel del 60 por ciento en Fordó. El enriquecimiento necesario para fabricar armas nucleares es del 90 por ciento.

Según dijo el OIEA en un informe del 31 de mayo “Irán puede convertir su actual reserva de uranio enriquecido al 60 por ciento en 233 kilogramos de uranio apto para armas en tres semanas en la planta de enriquecimiento de combustible de Fordó”, lo que sería suficiente para nueve armas nucleares.

 2. Natanz

Natanz alberga dos plantas de enriquecimiento de uranio: la planta subterránea de enriquecimiento de combustible (FEP) y la planta piloto de enriquecimiento de combustible (PFEP).

La FEP se construyó para el “enriquecimiento a escala comercial”, con capacidad para albergar 50 mil centrifugadoras de uranio. Actualmente hay allí instaladas unas 16 mil centrifugadoras, de las cuales unas 13 mil están en funcionamiento, refinando uranio hasta un 5 por ciento de pureza.

La PFEP sufrió daños el primer día de los ataques israelíes. El OIEA declaró el lunes que la infraestructura eléctrica de la planta había sido destruida por los bombardeos y que el corte de suministro eléctrico también podría haber dañado las centrifugadoras del lugar.

“Basado en el análisis continuo de imágenes satelitales de alta resolución recopiladas tras los ataques del viernes, el OIEA ha identificado elementos adicionales que indican impactos directos en las salas subterráneas de enriquecimiento en Natanz”, señaló la organización en la red social X.

 3. Isfahán

Isfahán, la segunda ciudad más grande del país, acoge el Centro de Tecnología Nuclear de Irán y una instalación de conversión de uranio.

Incluye la Planta de Fabricación de Placas de Combustible (FPFP) y la instalación de conversión de uranio (UCF) que puede procesar este material en hexafluoruro de uranio que es el que se introduce en las centrifugadoras.

En Isfahán hay equipos para fabricar uranio metálico, un proceso especialmente delicado desde el punto de vista de la proliferación nuclear, ya que puede utilizarse para diseñar el núcleo de una bomba nuclear.

Este centro ya se vio afectado por los ataques de Israel y recibió “importantes daños”, según informó el Ejército de Israel en las últimas semanas.

El OIEA ha afirmado que en Isfahán hay máquinas para fabricar piezas de centrifugadoras, describiéndolo en 2022 como un “nuevo emplazamiento” para este fin.

Irán promete respuesta

La reacción de Irán no se hizo esperar, pues ell ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, denunció los ataques como una “grave violación” al derecho internacional, la Carta de las Naciones Unidas y el Tratado de No Proliferación Nuclear, y aseguró que los hechos tendrán consecuencias duraderas y que su país se reserva el derecho de responder para “defender su soberanía y a su pueblo”.

Además, el Parlamento iraní amenazó con cerrar el estratégico Estrecho de Ormuz (por donde transita cerca del 20 % del petróleo mundial) como represalia, una decisión que requiere la aprobación del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Según analistas, esta medida provocaría una subida de hasta un 70 % en los precios del petróleo y dispararía la inflación global .

La escalada ocurre en un momento de alta inestabilidad, tras años de tensiones que incluyeron ataques encubiertos, asesinatos de científicos, ciberataques y enfrentamientos indirectos a través de milicias aliadas de Irán como Hezbolá en Líbano, Hamas en Gaza y los hutíes en Yemen.

Un conflicto con historia

Aunque hoy parecen enemigos irreconciliables, Irán e Israel mantuvieron relaciones amistosas hasta 1979, ya que durante décadas, Irán fue un aliado estratégico de Estados Unidos y tuvo vínculos diplomáticos con el Estado judío. 

Pero todo cambió con la Revolución Islámica liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeini, que convirtió a Irán en una república islámica con una fuerte postura antiestadounidense y antisionista.

Desde entonces, el nuevo régimen rompió relaciones con Israel, apoyó públicamente la causa palestina y comenzó a construir una red de aliados armados (el llamado “eje de la resistencia” para hacer frente a sus enemigos regionales. Israel, por su parte, considera que Irán financia el terrorismo y ha buscado durante décadas frenar su programa nuclear.

El punto de quiebre

Los ataques del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamas contra Israel (en los que murieron 1200 personas) y la posterior ofensiva israelí sobre Gaza reavivaron las tensiones en toda la región. Irán, aliado de Hamas, respondió a un ataque israelí sobre su consulado en Damasco con una ofensiva con misiles y drones en abril de 2024. Desde entonces, ambos países comenzaron a intercambiar ataques directos, algo que hasta entonces no había ocurrido de manera abierta.

La ofensiva del 13 de junio, con apoyo de Estados Unidos, marca un punto de inflexión. Por primera vez, los tres actores clave (Israel, Irán y Estados Unidos) están directamente involucrados en acciones militares que podrían desatar un conflicto de mayor escala.

Riesgos y reacciones
 Riesgos globales
  • Crisis energética y económica: La amenaza real de cierre del estrecho de Ormuz podría encarecer el petróleo en hasta un 70 %, provocando una fuerte inflación y desaceleración económica . Se teme además un aumento de los costes de transporte que afectaría múltiples industrias y mercados financieros globales 
  • Escalada militar en varias regiones: Si Irán o sus aliados (hutíes, Hezbolá) bloquean rutas marítimas o atacan infraestructuras energéticas, países como EE.UU., Reino Unido, Francia o incluso China podrían intervenir con fuerzas navales para reabrir el paso.
  • Reconfiguración de alianzas internacionales: China, principal comprador del petróleo iraní, está en alerta por sus inversiones en Irán y podría usar su influencia para impedir una acción tan arriesgada . Rusia, beneficiada por el alza del crudo, podría aprovechar la crisis para desviar la atención de Ucrania.
  • Amenazas cibernéticas y ataques terroristas globales: EE.UU. ya ha elevado su nivel de alerta por posibles ataques contra infraestructuras críticas, embajadas y comunidades vulnerables .
Impacto en América Latina
  • División diplomática: Gobiernos de izquierda (Argentina, Chile, Bolivia, México) condenan la acción estadounidense e israelí, mientras liderazgos conservadores (como el de Milei en Argentina) respaldan la defensa de Israel, generando tensiones en la región .
  • Presión económica moderada: El encarecimiento energético por el alza del petróleo golpeará a economías importadoras (como México, Chile o Perú), elevando la inflación y presionando las cuentas fiscales.
  • Protestas y polarización social: En varios países latinoamericanos han surgido protestas proisraelíes y pro palestinas en espacios públicos, exacerbando tensiones en una opinión pública ya dividida.
  • Nuevas sanciones y tensiones diplomáticas: Países como Bolivia y Colombia podrían reactivar sanciones, suspender cooperaciones o responder a presiones por su posición en el conflicto . Añádese el posible impulso a procesos judiciales por atentados históricos (AMIA, embajada israelí).

 

Mientras Washington refuerza su postura militar y evacúa a ciudadanos de Israel como medida preventiva, voces internacionales alertan sobre los riesgos de una guerra regional. 

El secretario general de la ONU, António Guterres, describió la situación como una “escalada extremadamente peligrosa” y llamó a retomar el camino diplomático. “La región no puede permitirse una guerra total. Solo la paz traerá seguridad”, afirmó.

A pesar de los discursos triunfalistas en Tel Aviv y Washington, en Teherán la ofensiva se considera una agresión que no quedará sin respuesta. Y en medio de una crisis energética global, alianzas fracturadas y un Medio Oriente en tensión constante, el mundo observa con preocupación lo que podría convertirse en una de las crisis internacionales más graves en décadas.

 

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