El nombre de Rafael Caro Quintero (Badiraguato, Sinaloa, 24 de octubre de 1952) está grabado en la historia del narcotráfico mexicano. Nacido en el epicentro geográfico y familiar del crimen organizado —su tío Lamberto Quintero fue un capo asesinado en 1976—, Caro Quintero emergió como una figura clave en la configuración del narcotráfico moderno. Junto a Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo, fundó el Cártel de Guadalajara en la década de 1970, organización pionera en monopolizar el tráfico de marihuana, opio y cocaína hacia Estados Unidos. Aunque su paisano Joaquín “El Chapo” Guzmán —socio y rival— alcanzó notoriedad global, la sombra de Caro Quintero persiste: en 2022, la DEA lo señaló como líder del Cártel de Sinaloa, pese a su insistente negación de vínculos con el crimen.
Infancia y ascenso: los cimientos de un imperio
Nacido en la humilde comunidad de La Noria, Caro Quintero creció entre figuras emblemáticas del narcotráfico. A los 12 años, según algunas versiones, se vinculó al grupo de Pedro Avilés Pérez, pionero del tráfico de marihuana en el Pacífico. Su red familiar —era primo de Amado Carrillo, “El Señor de los Cielos”— y sus padrinazgos con Félix Gallardo y Fonseca Carrillo aceleraron su ascenso.
En entrevistas Rafael Caro Quintero dijo que de la Noria se fue a Caborca, Sonora, y que allí se hizo ganadero. La otra versión cuenta que se enroló en el grupo de Pedro Avilés Pérez, capo que dominó el tráfico de marihuana en el Pacífico. De él aprendió el cultivo básico, que más tarde perfeccionó con sofisticadas técnicas agroindustriales para cultivar la marihuana sin semilla que introdujo de California, Estados Unidos. Su creatividad impulsó su poder y su fortuna. Elaine Shannon, autora del libro Desperados, afirma que Caro Quintero “transforma la marihuana mexicana de hierba común en humo de conocedores”.
Sus cultivos se extendieron por seis estados al menos, entre ellos Chihuahua, donde se hace de una propiedad de 12 kilómetros conocida como El Búfalo, una proeza de ingeniería agroindustrial, enclavada en el desierto, donde trabajaban al menos 11 mil jornaleros.
Para los años 80, ya controlaba un imperio que incluía 38 propiedades, 300 negocios lícitos —desde hoteles de lujo hasta agencias automotrices— y un ejército de mil hombres. Su influencia se extendía a instituciones policiales y políticas, mientras invertía en obras sociales en Badiraguato, un gesto que mezclaba filantropía y lavado de dinero. De sus propiedades, destacaba su hacienda de Caborca, en Sonora, conocida como El Castillo. Era una construcción que imitaba un castillo medieval y cuyo costo las autoridades calcularon entonces en 4 millones de dólares.
Cártel de Guadalajara: orígenes y vinculación con el Narcotráfico Internacional
El Cártel de Guadalajara, también conocido como Cártel de Jalisco, fue la primera organización criminal mexicana dedicada exclusivamente al narcotráfico. Se formó en 1978 bajo el liderazgo de Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, con el objetivo de traficar opio, marihuana y posteriormente cocaína hacia los Estados Unidos.
Félix Gallardo buscaba establecer un monopolio del narcotráfico en México para optimizar la distribución de drogas y reducir conflictos entre traficantes. Para ello, reunió a los principales cabecillas de las distintas plazas del país y selló acuerdos para controlar el precio de los narcóticos y evitar disputas internas. Exoficial de la Policía Federal, Félix Gallardo comenzó su carrera delictiva como intermediario entre funcionarios corruptos y narcotraficantes. Junto con Caro Quintero y Fonseca Carrillo, quienes previamente trabajaban en la organización criminal de Pedro Avilés Pérez, tomó el control de las rutas de tráfico tras la muerte de Avilés en un enfrentamiento con la Policía Judicial Federal.
Después de la “Operación Cóndor”, un programa antidrogas de los años 70 que afectó a los narcotraficantes de Sinaloa, muchos de ellos se reagruparon en Guadalajara, Jalisco. Este movimiento facilitó la creación del Cártel de Guadalajara entre 1978 y 1980. Para finales de esa década, la organización controlaba casi todas las operaciones de tráfico de drogas en México.
Inicialmente, el cártel se enfocó en el contrabando de marihuana y opio, pero en los años 80 estableció vínculos con los cárteles colombianos, como el de Cali y Medellín, liderado por Pablo Escobar. Gracias a la intermediación del narcotraficante hondureño Juan Matta Ballesteros, Félix Gallardo ofreció una solución a los traficantes colombianos, quienes ya no podían transportar cocaína directamente a Miami. El Cártel de Guadalajara se convirtió en el nuevo corredor de distribución, facilitando el paso de la droga a través de la frontera con Estados Unidos.
Para optimizar la producción, el cártel estableció plantaciones en zonas desérticas remotas, a pesar de los desafíos logísticos como la perforación de pozos y la regulación gubernamental, problemas que fueron resueltos mediante sobornos masivos. El uso de estas tierras permitió expandir la producción sin una intervención significativa por parte de las autoridades, en parte debido a la corrupción y la falta de vigilancia.
Desintegración del Cártel
El Cártel de Guadalajara logró traficar varias toneladas de cocaína mensualmente hacia EE. UU. En lugar de recibir pagos en efectivo, sus contrabandistas tomaban el 50% de la droga transportada, lo que generaba ingresos estimados en hasta 5 mil millones de dólares anuales.
Según el investigador Peter Dale Scott, el cártel prosperó en gran parte gracias a la protección de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), liderada por Miguel Nazar Haro. Agentes de esta institución no solo brindaban protección a la organización, sino que también participaron activamente en asesinatos y tráfico de drogas en su beneficio.
El auge del Cártel de Guadalajara marcó un antes y un después en el narcotráfico mexicano. Sin embargo, su desintegración comenzó tras el secuestro y asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena en 1985, lo que desató una fuerte reacción del gobierno de EE. UU. Félix Gallardo fue arrestado en 1989, lo que llevó a la fragmentación de la organización y al surgimiento de nuevos cárteles, como el de Sinaloa, Tijuana y Juárez.
A pesar de su desaparición como estructura unificada, su legado persiste en la configuración del narcotráfico moderno en México, con redes que siguen operando bajo distintos liderazgos y con nuevas estrategias para el tráfico de drogas.
La caída: el asesinato que lo persiguió
En 1984, la DEA destruyó 8,500 toneladas de marihuana en “El Búfalo”. Caro Quintero respondió secuestrando y torturando hasta la muerte al agente Enrique Camarena y a su informante, Alfredo Zavala. Este crimen desencadenó una cacería internacional. En abril de 1985, fue capturado en Costa Rica con Sara Cossío, sobrina de un gobernador de Jalisco, mientras intentaba fugarse. Pese a su oferta de “pagar la deuda externa de México”, fue extraditado y condenado a 40 años.
Te puede interesar: Una cadena de traiciones llevó a la captura de Caro Quintero
Liberación y reincidencia: el mito resiste
Tras 28 años en prisión, un tribunal lo liberó en 2013 por resolución del primer tribunal colegiado en materia penal del tercer circuito en Jalisco, bajo el argumento de que “no debió ser enjuiciado en el fuero federal por el asesinato del agente de la DEA”,, reactivando su leyenda. Aunque declaró a la revista Proceso que había abandonado el narcotráfico en 1984, la DEA lo mantuvo en su lista de los diez fugitivos más buscados, ofreciendo 20 millones por su captura —la recompensa más alta para un narcotraficante—.
La noche del 15 de julio del 2022, la Secretaría de Marina de México anunció la captura de Caro Quintero, de 69 años, en el estado de Sinaloa, De acuerdo a la Marina, Caro Quintero fue encontrado escondido en unos arbustos en la ciudad de San Simón y ahora está en custodia en la prisión de máxima seguridad del Altiplano, Estado de México. Fue detenido gracias a la participación de “Max”, una perra de la Marina especializada en rastreo, lo que permitió localizar al capo entre matorrales en San Simón de Choix, Sinaloa.
La captura de Caro Quintero tuvo un alto precio. Durante el operativo, un helicóptero de la Marina se estrelló en la población de Los Mochis, Sinaloa, con un saldo de 14 efectivos de esa secretaría muertos. Caro Quintero enfrenta extradición a Estados Unidos, donde se le juzgaría por el homicidio de Camarena y por presuntamente liderar el Cártel de Sinaloa.
El último sobreviviente
De los fundadores del Cártel de Guadalajara, sólo Félix Gallardo permanece encarcelado. Fonseca Carrillo cumple arresto domiciliario, y Caro Quintero, tras fugarse de la justicia una década, podría terminar sus días en una prisión estadounidense. Su historia encapsula la evolución del narcotráfico: de los pactos locales a los cárteles globales, y de la impunidad corrompida a la persecución transnacional.
“Ya no soy narco… quiero vivir en paz”, dijo en entrevista exclusiva a Proceso el lunes 25 de julio de 2016.