Intervención de la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y comandanta suprema de las Fuerzas Armadas, doctora Claudia Sheinbaum Pardo, en la salutación de las Fuerzas Armadas y Guardia Nacional
General Ricardo Trevilla Trejo, secretario de la Defensa Nacional.
Almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, secretario de Marina.
Altos mandos del Ejército, Fuerzas Aérea y Guardia Nacional, así como de la Armada de México.
Agregados militares, navales y aéreos acreditados en nuestro país.
Generales en situación de retiro.
Generales, almirantes, comisarios, jefes, capitanes, inspectores, oficiales, cadetes, personal de tropa, marinería y escala básica pertenecientes al Ejército Mexicano.
Fuerzas Aérea Mexicana, Armada de México y Guardia Nacional.
Es un honor dirigirme ante ustedes, hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas de nuestro país. México es un país extraordinario, maravilloso, principalmente por su pueblo, generoso, solidario, alegre, libertario, resistente, rebelde, honesto y sabio.
Tenemos orígenes como mexicanos y mexicanas en civilizaciones que se remontan a más de tres mil años, que dieron al mundo conocimientos y formas de organización y desarrollo con valores profundos que nos arropan y engrandecen como nación.
Somos probablemente el único o de los pocos países en el mundo que han vivido también cuatro transformaciones profundas, que han moldeado nuestra historia hasta llegar a ser lo que somos:
La Independencia, que inicia en 1810 con el grito de Miguel Hidalgo y Costilla, padre de nuestra patria. En 1821 se consuma la independencia, pero no es sino hasta 1824, justamente hace 200 años, que se establece la república con su primer presidente, Guadalupe Victoria.
La segunda transformación, que inició poco más de 30 años más tarde, después de haber vivido la intervención estadounidense y haber perdido la mitad de nuestro territorio, encabezada por Benito Juárez y los liberales mexicanos, esta segunda transformación representó la separación entre la Iglesia y el Estado; y una nueva Constitución, la de 1857. Los liberales mexicanos también, junto al pueblo de México, combatieron la intervención francesa para lograr la segunda independencia.
Recordamos a los jóvenes de aquella época que trascienden hasta nuestros días: los Niños Héroes, cadetes del Colegio Militar que dieron su vida para defender a la patria; también al general Ignacio Zaragoza, en la gloriosa Batalla de Puebla contra el ejército francés, que decía a los combatientes: ‘Tenemos enfrente al mejor ejército del mundo, pero nosotros somos los mejores hijos de México’.
La tercera transformación, la Revolución mexicana, inicia con el Plan de San Luis, cuando Francisco I. Madero llama a tomar las armas al pueblo de México para derrotar la dictadura de Porfirio Díaz. Madero llega a la presidencia después de meses de insurgencia, pero poco más de un año después es derrocado y asesinado junto al presidente Pino Suárez por un golpe de Estado perpetrado por Victoriano Huerta.
De todos los gobernadores de aquel tiempo sólo hay uno que no aceptó ese golpe de Estado, el entonces gobernador de Coahuila, estado natal de Madero, Venustiano Carranza. El 19 de febrero de 1913, el Congreso del estado de Coahuila publicó un célebre decreto en el que desconocía al usurpador Victoriano Huerta y facultaba a Venustiano Carranza para crear una fuerza armada y restablecer la democracia y el orden constitucional, ese es justamente el origen del Ejército Mexicano, de las Fuerzas Armadas. Siete años más tarde del inicio de la revolución, el ejército de hombres, y también de mujeres, triunfó.
No podemos olvidar a los cadetes del Colegio Militar que acompañaron a Madero entre el Castillo de Chapultepec y el Palacio Nacional defendiendo a su presidente y a la democracia, en el inicio de lo que se conoció como Decena Trágica.
O al general Felipe Ángeles, uno de los grandes humanistas que dijo: ‘Hay algo frágil, débil, pero infinitamente precioso que todos debemos defender: la vida’.
Esto significa que las Fuerzas Armadas mexicanas vienen de una revolución social, vienen de la lucha por la democracia, de la defensa del pueblo mismo por sus derechos, por la justicia social contra un golpe de Estado; es decir, las instituciones de la Defensa Nacional y la Marina tienen un origen popular, y este se ha mantenido hasta nuestra fecha. Y eso no sólo es un orgullo, sino que es una fortuna para México, para nuestro país.
En el 2018, el pueblo, por la vía pacífica y electoral, dispuso iniciar una nueva transformación pacífica que inició con el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador. Con él, llegaron nuevos derechos sociales y obras públicas estratégicas para el desarrollo del país, así como la Guardia Nacional, que se creó para proteger al pueblo de México y construir paz y seguridad.
A esta era le llamamos la Cuarta Transformación y tiene una forma de pensamiento: el Humanismo Mexicano, que en esencia busca la prosperidad compartida erradicando la corrupción y enalteciendo la grandeza cultural de México.
Orgullosamente, las Fuerzas Armadas mexicanas tienen una tradición civilista, esto significa que honrosa y lealmente las Fuerzas Armadas siempre han obedecido al mando civil, como lo establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
Las Fuerzas Armadas han acompañado y nos seguirán acompañando leal y patrióticamente al pueblo de México y a la nación desempeñando sus tareas fundamentales: defender la integridad, la independencia, la soberanía de la nación, garantizar la seguridad interior y hoy la seguridad pública, auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas, realizar acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país y, en caso de desastre, prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas, sus bienes y la reconstrucción de sus zonas afectadas.
En una tarea más para la Secretaría de la Defensa Nacional, hace unos días se publicó la reforma constitucional que establece a la Guardia como parte de la Secretaría de la Defensa Nacional para garantizar la seguridad pública. Para los que critican que esto es militarización, es totalmente falso. En nuestro país no hay Estado de excepción, no hay violaciones a los derechos humanos; lo que hay es más democracia, más libertades y Estado de derecho. Además, la comandanta suprema de las Fuerzas Armadas es electa por voto popular, es una civil.
Orgullosamente, las Fuerzas Armadas mexicanas tienen una tradición civilista, esto significa que honrosa y lealmente las Fuerzas Armadas siempre han obedecido al mando civil, como lo establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Como lo he dicho en otras ocasiones, tengan la certeza que nuestro origen humanista, por el profundo respeto que tengo a nuestras Fuerzas Armadas, nunca emitiré orden alguna que vulnere el orden constitucional o los derechos humanos del pueblo de México.
Hace sólo unos días, dos días, juré como presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Es la primera vez que México tiene una mujer presidenta y, por tanto, una comandanta suprema de las Fuerzas Armadas. Ello también refleja la profunda transformación que está viviendo nuestro país.
Las Fuerzas Armadas también han visto más mujeres participar en todos los ámbitos, y estoy segura que seguirá así, porque las mujeres tenemos capacidad, voluntad, y no somos menos que los hombres.
En esta nueva etapa de la transformación, con honestidad, amor al pueblo y a nuestra patria nos tocará juntas y juntos seguir fortaleciendo la paz, la seguridad y atender siempre con humanismo, disciplina y valor los problemas que tengamos juntas y juntos que enfrentar.
Tengan la certeza que haremos de México un país todavía más próspero, justo e igualitario, y seguiremos engrandeciendo la dignidad y el orgullo de ser mexicanas y mexicanos.
Les seguiré convocando para seguir apoyando en la construcción de grandes proyectos estratégicos, como los trenes de pasajeros y más puertos en nuestro país. Son y van a seguir siendo los tiempos de hazañas pacíficas del pueblo de México y sus Fuerzas Armadas.
Les anuncio, además, que está en el Congreso de la Unión una reforma para garantizar que el salario mínimo de maestras y maestros de educación básica, de médicos, de enfermeras, de soldados, marinos y efectivos de la Guardia Nacional sea equivalente de manera progresiva al salario promedio del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Sepan que vamos a ser un gobierno honesto, íntegro, que dará orgullo a nuestro pueblo.
Termino con lo siguiente: como lo hice hace unas semanas en el Colegio Militar, feliciten de mi parte a sus familias. Como madre y abuela, como presidenta de la República, sé lo que significa también el sacrificio que las familias hacen por ustedes y por México.
Les digo a las familias, a sus madres, a sus hijos, a sus hijas, que sepan que tienen hijos e hijas extraordinarios, grandiosos, en las Fuerzas Armadas de México; que haremos, además, juntos y juntas, cosas extraordinarias, porque estamos viviendo tiempos virtuosos con Fuerzas Armadas humanistas, visionarias y ejemplares.
¡Que vivan las Fuerzas Armadas!
¡Que viva México!
Muchas gracias.